domingo, 14 de octubre de 2012

QVMP: Aquí no hay quién cague

Vuelve QMVM. La verdad es que la historia de hoy es un clásico del humor para el que lo cuenta, pero algo que no hace ni puta gracia si te pasa. Pero aunque se haya contado tanta veces y se haya hecho hincapie en la problemática de la falta del papel en los baños esto sigue ocurriendo. Esta historia es de la mejores historias de este tipo que he oído; clásica, pero a la vez innovadora. Os dejo con ella.

¿Quién no ha tenido un apretón y ha buscado desesperadamente un baño? pero no un baño cualquiera, un baño de un McDonalds si no ni es apretón ni es nada.

La tarde se planteaba normal, paseaba por la calle cuando mi instentino me rugió y me hizo un chantaje psicológico en toda regla: "Water o relajo el esfinter". Ante tal situación pensé automáticamente: "McDonalds".

No podía más. Dije a mis amigos que se quedaran esperándome que iba al baño. Llego al baño. Un único water. Ocupado. ¡Dios! Iba a explotar.

En aquel water había mas de una persona. Escuchaba risas y conversación. Yo me cabreaba cada vez más. Y tras la espera, comenzaron a salir uno, dos... y otro cerró. Salió el tercero y seguía quedando un cuarto. No podía más y sólo tenía dos opciones: cagarme encima o ir al baño de tías. Evidentemente me decanté por la segunda opción y todo lo que ello acarrea. Porque creedme acarrea. No sabía lo que hacía. Me pensé varias veces en milésimas de segundo si entrar haciendome el loco. En ese momento salió una tía y decidido, entré. Uno de los dos waters del aseo no estaba ocupado. Era la mía. Entré, y tras vida entera intentando poner aquello algo más decente, el alivio llegó a mi vida. Podía respirar tranquilo. Tiro del rollo del papel y... ¡sorpresa!. La única tira que queda la tengo en la mano.

En esos momentos rebuscas dándole vueltas al cartón como si de él fuera a salir papel por arte de magia. Y ahí es cuando vuelves a cagarte por segunda vez, pero esta vez en la puta madre de la pobre limpiadora que no ha hecho nada pero a la que exiges un rollo de papel de repuesto. El silencio reinaba en el baño. Tenía que conseguir otro rollo como fuera. Así que de una forma patética, con los pantalones bajados, salí y me agaché para comprobar si había alguien al otro lado de la puerta. No había nadie. Me voy incorporando y cuando salgo de mi baño hacia el otro. Oigo que van a abrir la puerta. Inmediatamente me doy media vuelta.  Comenzaron a llegar tías. Una tras otra iban entrando en masa cual adolescente tonta a un concierto de Justin Bieber. Calculé por el alboroto y los diferentes tipos de tonos al decir "Tía" como unas cinco. Pasaba el tiempo y seguían llegando más y yo allí encerrado. Aquello estaba más lleno que una discoteca en fin de año. Que si risas, los habituales "¿tienes una compresa?", me tengo que cambiar el tampax... Y allí estaba yo con el culo al aire, y nunca mejor dicho. 
Se me ocurrió la magnifica idea de llamar a una amiga que salía con nosotros para pedirle ayuda, pero, ¿cómo llamarla sin que se enteren de la presencia de un tío en su territorio? Marco su número. Descuelga el teléfono: "¿Tío que estás haciendo? Llevamos esperándote media hora". Yo en modo mute y ella ¿tío? "Ven al ba-ño" susurraba patéticamente, "ven al ba-ño".
Llegó el momento más temido. Tocan la puerta. ¿Está ocupado? Silencio ¿Está ocupado?. En ese momento se te pasa por la cabeza hasta poner una tremenda voz pito y soltar "Está ocupado" pero tu masculinidad se resiente y sueltas con una voz que ni Constantino Romero fumando durante 50 años tres paquetes diarios de Fortuna,"mmmestá ocupado", con una boca minúscula. A lo que sueltan: "Sabes que te has equivocado, ¿no?. El baño de tíos está al lado". Caigo en que el SMS existe para algo y escribo: "Ayúdame. Hay tias en el baño. Necesito papel."

Momentos más tarde llegó mi amiga con su paquete de clínex. Tocó la puerta en la que estaba. Y por debajo de la puerta me tendió una mano, que más que unos pañuelos, parecían la llave que me devolvería la vida. Si no lloré me faltó poco.

Al tirar de la cadena no se había ido la vergüenza. Así que respiré hondo y con la cabeza alta salí. Se hizo el silencio. Las miradas se clavaban en mí con una mezcla de indignación y cachondeo, pero antes de salir me recordaron de nuevo, que ese no era mi baño sino el de al lado. Justo al salir por la puerta comienzan a descojonarse vivamente. Pero eso no fue nada con la carga que me dieron mis amigos terminando cualquier conversación con un "¿necesitas ayuda?" u "Oye, oye, ¿quieres papel?". Si no es puta la vida que venga dios y lo vea.

Y que luego Indiana Jones se vaya hasta la India para tener aventuras...

1 comentario:

  1. jajaja humillación en etiquetas... valiente marrón jajaja Por cierto creo que se escribe Kleenex no clínes, es una marca norteamericana.

    ResponderEliminar